Ficha: 105 min. | Deportivo | Biográfico | Drama Público apropiado: Jóvenes Año: 2016 País: Alemania, EE.UU., Reino Unido Dirección: Dexter Fletcher Intérpretes: Taron Egerton, Hugh Jackman, Christopher Walken, Tim McInnerny, Rune Temte, Edvin Endre, Jo Hartley, Jim Broadbent, Iris Berben, Keith Allen, Mark Benton   El drama deportivo basado en hechos reales se ha convertido en todo un subgénero, que suele dar buenos resultados, aunque arrastra el inconveniente de que en general las tramas suelen ser muy similares: una persona o un equipo se esfuerzan denodadamente por alcanzar la victoria en su disciplina deportiva, con constancia y tesón, tratando de dejar a un lado el ego, y en competición con otros rivales a veces no demasiado buenas personas. El interés adicional muchas veces radica en que el susodicho no parece tener demasiadas opciones para ganar. Pues bien, la historia del británico Eddie el Águila, que participó en los Juegos Olímpicos de Invierno en Calgary en 1988 como saltador de esquí, logra trascender los convencionalismos, usándolos cuando le conviene a su favor, sin que resulten nunca cargantes. Y es que muchos de los elementos citados en el párrafo anterior se encuentran presentes, pero se les da una vuelta, el guión de Simon Kelton y Sean Macaulay ofrece más de un inteligente requiebro. Para empezar, el espectador tiene claro que, en sintonía con el espíritu olímpico y la máxima de Pierre de Coubertin –lo importante no es ganar, sino participar– que lo que le importa a Eddie Edwards es competir en los Juegos Olímpicos. Lo que no tiene nada fácil, pues siendo niño tuvo problemas con las rodillas, no es un atleta natural. Además su familia es de extracción humilde –el padre es escayolista–, y no disponen de medios para darle una preparación adecuada. Pero Eddie tiene a su favor un optimismo a prueba de bombas, que alguno describiría como ingenuidad, y una fuerza de voluntad que no se rinde ante nada, él, simplemente, lo da todo. Así que sorteará mil y un obstáculos, incluida la incredulidad de tantos, y logrará la complicidad de un saltador malogrado, Bronson Peary, que podría hacer las veces de entrenador. Dexter Fletcher parece haber encontrado su camino como director tras Amanece en Edimburgo en títulos que logran que el espectador salga de la sala de cine animado y reconfortado para el quehacer diario. Su film, producido por Matthew Vaughn, tiene por momentos un tono de epopeya, pero sin que suene exagerado, siempre ajustado, porque no estamos ante un personaje que pretenda ser “el rey del mundo”. Y combina bien los aspectos dramáticos con los humorísticos, incluidos los tiernos y emotivos –esa madre que siempre cree en su hijo– y por supuesto los deportivos, cada vez que el protagonista, eficaz y creíble Taron Egerton salta desde el trampolín desde distintas alturas se nos encoge el corazón. La relación de Eddie con Bronson (magnífico Hugh Jackman, tremendamente natural) funciona muy bien, y hay momentos mágicos, que algún torpe director habría convertido en ridículos –las dos escenas que podríamos describir de “encuentros”, de las que mejor no desvelar detalles–, y que aquí resultan memorables. Firma: José María Aresté