Ficha: 92 min. | Animación Público apropiado: Todos Año: 2016 País: EE.UU. Dirección: Mike Mitchell, Walt Dohrn Los Bergens, monstruos pesimistas, están convencidos de que sólo alcanzan la felicidad si comen trolls, unas pequeñas criaturas. Años después de que éstas consigan escapar del cautiverio al que los primeros les tenían sometidas, la princesa Poppy vive despreocupada, con los demás trolls, cantando, bailando y organizando fiestas de órdago, que preocupan sobre todo al paranoico Branch, uno de ellos, convencido de que arman tanto ruido que sus antiguos enemigos podrían localizarles… No cabía a priori esperar demasiado de este producto de DreamWorks, concebido para revitalizar las ventas de los muñecos de colorines con alargado pelo puntiagudo, Trolls, creados en 1959 por un leñador danés, que en los 60 se hicieron muy populares, sobre todo en Estados Unidos. En la actualidad los fabrica la potente marca Hasbro, que en los últimos años ha potenciado las películas basadas en sus productos, como Transformers, G.I. Joe, Ouija y Battleship. Sin embargo, parece que se les ha dado mucha libertad a los directores, ambos veteranos de la factoría de animación digital, Mike Mitchell (Shrek, felices para siempre) y Walt Dohrn (guionista en Shrek 2, y autor del corto Villancicos Navidespectaculares de Asno), y que lo han pasado a lo grande durante el rodaje. Ambos consiguen superar el lastre de que su presupuesto no puede compararse con las producciones de Pixar, a base de imaginación, hasta lograr la hazaña de conseguir uno de esos filmes familiares cada vez menos frecuentes que no sólo interesan a los niños. Parten de un imaginativo guión, que otorga frescura a sus elementos, tomados por un lado de Los pitufos (casi ni se disimula que han ‘robado’ a Branch del Pitufo Gruñón) y por otro de La Cenicienta. Alcanzan un ritmo endiablado, gracias a los eficaces golpes de humor, y a los constantes y sorprendentes números musicales, que recuperan grandes éxitos de los años 60 y 70 muy bien escogidos por Justin Timberlake, que también pone la voz a Branch en la versión original. Su tono optimista y positivo está exagerado de una forma tan divertida que convencerá incluso a los espectadores gruñones. Aboga por la búsqueda de la felicidad en el interior de cada uno, mensaje matizado con inteligencia, pues también queda claro que no debe descuidarse la responsabilidad. Los títulos de crédito incluyen a mitad una pequeña escena adicional. Firma: Juan Luis Sánchez