Plácido (1961)

El día del pobre

Cuatro años después de dirigir Los jueves, milagroLuis García Berlanga estrenó Plácido, hoy en día considerada una de sus mejores películas, integrante de la gran terna del director valenciano, junto con Bienvenido Mr. Marshall (1953) y El verdugo (1963). En este caso, la historia acontece durante la tarde de un día de Navidad en una ciudad de provincias. Los pudientes del lugar han organizado grandes festejos bajo el lema «siente un pobre a su mesa». Los actos incluyen una gran cabalgata con actrices llegadas de Madrid, y un sorteo promovido por la marca Cocinex. La idea es promover entre los ciudadanos que ese día la caridad ha de reinar en cada hogar. Entre toda la gente implicada destacan Quintanilla, encargado de la organización, y Plácido, un transportista que anda de un lado para otro intentando pagar la primera letra de su carricoche recién adquirido.

Como es habitual en su cine, Berlanga y su guionista Rafael Azcona, pergeñan una aguda aunque sutil crítica social de la España de la época, en donde la disparidad entre pobres y ricos no se podía, aunque se quisiera, ocultar con una caridad ficticia. La película está plagada de personajes entrañables, auténticos, pero Berlanga les llena de sibilina hipocresía al hacerles caer en una caridad oficial, ridícula, vacía de verdadero sentido. Resulta muy original la larga secuencia del enfermo del corazón en casa de los Helguera, rodada y planificada con una pericia impresionante, y que ofrece una crítica mordaz tanto de la filantropía falsa como de la chata idea de la religión que reinaba entre las «beatas» lugareñas. Al menos, ésa es la limitada visión del escéptico Berlanga… Los diálogos se solapan con gran realismo y rapidez, y los momentos cómicos son variadísimos. Destaca sobremanera un impresionante José Luis López Vázquez, cuyo resfriado es claramente heredero del que un año antes tenía Jack Lemmon en El apartamento. Y muy gracioso resulta el pobre comilón interpretado por Luis Ciges.