Los miserables (2019)

El cachorro de león

Euforia patriótica en Francia, con despliegue de banderas tricolores por todo París, la selección nacional de fútbol acaba de ganar el Mundial de Rusia. Pero la cohesión social está lejos de ser una realidad, como va a comprobar enseguida Stéphane, recién incorporado a la Brigada AntiCrimen que opera en el conflictivo distrito de Montfermeil. Sus resabiados compañeros de patrulla, Chris y Gwada, le ponen a prueba a la hora de resolver un caso que podría ser dinamita, el robo de un cachorro de león a un circo llevado por gitanos, perpetrado por Issa, un adolescente subsahariano. Una respuesta violenta desproporcionada y un dron registrando los hechos disparan las alarmas entre la policía y las bandas de influencia que controlan, es un decir, la zona.

El título del film de Ladj LyLos miserables, no es casual, se quiere evocar en efecto la obra de Victor Hugo, y de hecho se cita explícitamente al autor, que la escribió justo, se nos recuerda, en Montfermeil. Pero no pretende ser una traslación a la actualidad de la emblemática novela, al estilo de la que hizo Claude Lelouch en 1995 con Testigo de excepción y el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Eso sí, se pueden detectar algunos trazos en los personajes, que se diría que se inspiran lejanamente en Valjean, Javert o el obispo Myriel.

El desconocido director originario de Mali y criado en Monrfermeil Ladj Ly entrega una película vigorosa, muy bien coescrita con Giordano Gederlini y Alexis Manenti. Describe bien el proceso de inmersión de Stéphane en la jungla urbana de Montfermeil, con dos colegas que se mueven entre el fatalismo de “las cosas son como son” y “las reglas del juego son inamovibles”, y la chulería de quien piensa que ha logrado imponer su “modus operandi” en un sitio que se caracteriza precisamente por la ausencia de normas que puedan ser aplicadas.

Tienen rasgos de humanidad los tres personajes policías, pero también los chavales que se encuentran en vías de convertirse, si no lo son ya, en criminales, y el tímido que se acerca a las chicas con su dron; el “alcalde” del distrito que se supone que arregla los conflictos; y una especie de santón musulmán, que se acercó a su fe y filosofía vital tras una vida de delincuencia. Están muy bien los actores, tanto los profesionales –notable Damien Bonnard–, como el joven recién llegado Issa Perica.