Isabel es la hermanastra del rey de Castilla Enrique IV. Debido a las intrigas políticas, la joven y su hermano Alfonso son llevados a la Corte donde empiezan una complicada vida, sometidos a humillaciones y presiones de diverso tipo.

Las luchas entre nobles, las ansias de llegar al trono de unos y el sentido del deber de otros, forman parte de la marea de acontecimientos que la joven Isabel está aprendiendo a dominar.

 

 

 

 

Emisión: Lunes |  22:15 h. | Tve

Género: Drama

Público: +18

Valoración: **

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 0

Acción: 2

Violencia: 1

Sexo: 2

Crítica:

Jordi Frades es un realizador con bastante recorrido en la ficción televisiva.De moda, Crims, La República o La señora forman parte del cartel, en el que ha salido airoso para el público, de recreaciones históricas siempre en proyectos de Diagonal TV.

Después de Los Tudor, Los Borgia y otras producciones marcadas por la “sexed-up history”(sexualización de la historia) como estrategia de márketing y supuesta populización, el mercado español quiere seguir aportando su grano de arena. Hispania e Imperium eran las Roma oSpartacus versión península. Toledo luchó por ser una traslación televisiva políticamente correcta de la Edad Media ibérica. Y ahora, Isabel hace de enlace renacentista al siglo de Oro, con toques de Ken Follet, que tan patéticamente recrea Águila roja.

No obstante, esta aventura de Frades y compañía muestra una voluntad más expresa de compromiso con la historia que casi todas las anteriormente citadas. El esfuerzo del guión por centrar la trama en lo cronológico y datado, así como la caracterización de unos cuantos personajes, no se puede negar. Sin embargo, es triste tener que usar el clásico refrán de “la cabra tira al monte”, ya que hay productores que piensan que no hay público sin desnudos, ni desnudos sin intrigas sexuales, no siempre confirmadas por la historia, ni siempre bien traídas según las exigencias de un riguroso trabajo de guión.

Todo esto, además de hacer que Isabel parezca una copia barata de Los Tudor o una versión pitufa de la engañosa Juego de tronos, resta intensidad al esfuerzo hecho en la escenografía y ropajes.

Este aspecto de dirección artística se une, en positivo, a una acertada política de estilo en la dirección: la planificación, más austera que la de la serie de Enrique VIII, no intenta deslumbrar con agitados y preciosistas movimientos de cámara.

Simplemente, la irregular potencia del guión (que de momento no alcanza a expresar la magnitud y profundidad del momento histórico, siglo XV, en el que se fragua el estado moderno) y un inomoderado atavío de melodías para cada situación, junto a lo anterior, dejan al público con un ambivalente sabor de boca.

Después del capítulo piloto, habrá que esperar cómo dibujan estos artistas el Renacimiento de la mano de la reina Isabel, cuyo retrato (llevado con fragilidad por Michelle Jenner) será clave para la garra y veracidad de esta arriesgada apuesta.

 

Fuente: Lourdes Domingo ( www.taconline.net)