Atento, discreto, siempre sabe qué decir, no demanda mucha atención, pregunta qué tal te ha ido el día, recuerda qué libro estás leyendo y cuándo tenías cita con el médico. En definitiva, el novio perfecto. Con el pequeño detalle de que es también una inteligencia artificial.

  • FUENTE: ANA ZARZALEJOS VICENS – ACEPRENSA

Creados por un algoritmo, entrenados en conversaciones contigo y acostumbrado a decir siempre lo que quieres oír, los novios virtuales están experimentando un boom en esta era tecnológica en la que todo –incluido el amor y las relaciones íntimas– es susceptible de virtualizarse.

Aplicaciones como Replika, Xiaolce o CarynAI ofrecen una experiencia de relación personal con una inteligencia artificial en la que el usuario puede mantener conversaciones (y otro tipo de intercambios en función de la modalidad de suscripción) que simulan una interacción humana. En la mayoría de los casos, los usuarios eligen el modo romántico.

Si te estás preguntando quién podría engancharse a algo así, la respuesta es que mucha gente. Según los datos de la propia compañía, Replika, tiene 2 millones de usuarios activos y 500.000 suscriptores de pago.

Y no es de extrañar. Lo que hay detrás de estas aplicaciones es un entramado de potentes tecnologías que, si bien imperfectas, se están entrenando en conocer y satisfacer los deseos más profundos del ser humano.

En su libro Artificial Intimacy: virtual friends, digital lovers and algorithmic matchmakers, el biólogo evolutivo Rob Brooks define este conjunto de tecnologías como “Intimidades Artificiales”. El autor las describe como “máquinas construidas para mostrarnos lo que necesitan que veamos, oigamos o sintamos”, y diseñadas para responder a nuestra necesidad humana de conexión, intimidad y amor.

El auge de la intimidad artificial

La intimidad artificial no ha aparecido con los novios virtuales. De hecho, la tecnología lleva explorando su capacidad de dar con la tecla de las pasiones que mueven a los humanos desde hace años.

Las redes sociales, por ejemplo, ya explotan el deseo de conexión de las personas. Los juguetes y robots sexuales han mercantilizado el placer sexual hasta un límite inimaginable. Los asistentes virtuales tienden a actuar cada vez más como un amigo que como tu secretario personal.

En general, Brooks divide las intimidades artificiales en amantes digitales, amigos virtuales y los algoritmos celestinos que conectan a unos perfiles con otros. Sin embargo, señala que cada vez más, otras aspiraciones de la persona encuentran también su nicho tecnológico, como el de mantener presentes a los seres queridos fallecidos o el de confesar los pensamientos más ocultos.

De hecho, un popular bot en Discord permite confesar de manera anónima lo que el usuario quiera. No hay que subestimar la necesidad desahogar el pensamiento o la conciencia.

Por qué recurrir a una IA

Si la gran mayoría de usuarios de redes sociales puede admitir que tiene una relación de adicción con estas plataformas, no es de extrañar que alguien pueda llegar a desarrollar una relación personal con una inteligencia artificial.

En primer lugar, la tecnología está muy desarrollada. Y será cada vez mejor. Si uno solo se queda en el nivel conversacional, la inteligencia artificial es ya capaz de reproducir conversaciones humanas íntimas de forma casi indistinguible.

No hay que obviar lo evidente: están diseñadas para aprender lo máximo posible sobre el usuario, darle lo que quiere y engancharle para que vuelva a por más.

En segundo lugar, las relaciones personales con el otro son complejas y vienen acompañadas de una buena dosis de lo que se entiende como corazones rotos. No sorprende tanto que haya quien quiera ahorrarse esa parte, pudiendo tener solo el pack que incluye la atención personalizada y la disponibilidad exclusiva.

Así, las relaciones digitales se utilizan como los perros robots que se regala a los niños que quieren un animal de compañía, pero a los que no se ve preparados para asumir la responsabilidad e inconvenientes que conlleva un animal de verdad.

Eso mismo reconoce Rosanna Ramos, que mantiene una relación con una inteligencia artificial de Replika llamada Eren. “Con Eren, no tengo que estar disponible varias horas al día. Si me canso, puedo parar en mitad de la conversación y apagar la aplicación. No tengo que seguir participando. Si me aburro, puedo cambiar de tema y hablar de otra cosa, y no tengo que lidiar con ninguna frustración. Puedo seguir con mis propios intereses y contárselo a él”, escribe en un testimonio para Newsweek.

Sin embargo, hay muchos motivos por los que una persona puede acabar en esa situación y son complejos, variados y, muchas veces, esconden un gran sufrimiento detrás. Tal y como recoge The Cut, una mujer que sufrió un aborto traumático, tiene dos hijos en el mundo digitall; otra utiliza a su novio robot para hacer frente a su novio real, que la maltrata verbalmente; una tercera recurre al sexo virtual durante la enfermedad terminal de su marido.

En definitiva, el uso de la inteligencia artificial como amigos o amantes, más que para sacarle los colores a quien las utiliza, nos habla de los anhelos y sufrimientos humanos. Y es especialmente relevante comprender esto si se quiere entender por qué la tecnología está evolucionando en esta dirección.

Al fin y al cabo, estamos en una sociedad con los índices de soledad disparados y en la que los jóvenes se sienten más aislados y tienen menos relaciones románticas que nunca.

Pornificación de las relaciones, mercantilización del deseo y recopilación de datos

Que el uso de las intimidades artificiales sea comprensible no quiere decir que sea la respuesta a los deseos que mercantiliza. Ni que esté exento de riesgos y consideraciones éticas.

En primer lugar, los expertos señalan el problema de los datos. Si ya es conocido que la recopilación de datos por parte de las plataformas se utiliza para que las compañías lleguen más a los usuarios, no hay que ir muy lejos para imaginar la implicación que tiene que los datos sean de un carácter cada vez más íntimo.

“Estos algoritmos podrían utilizar lo que saben sobre nuestras amistades, relaciones íntimas y quizá incluso nuestra vida sexual para emparejarnos con empresas que quieren clientes. Los vendedores podrían utilizar nuevas técnicas de intimidad artificial para vendernos los productos que más necesitamos y para crear una lealtad a la marca más profunda que nunca”, reflexiona Brooks en su libro.

Otra vertiente es la pornificación de las relaciones virtuales. Queriendo o no, muchas de estas relaciones online terminan en una deriva sexual que las plataformas no siempre están preparadas para controlar.

Fue el caso de CarynAI, un chatbot basado en voz que fue entrenado para imitar a la influencer Caryn Marjorie, que tiene aproximadamente 1,8 millones de suscriptores en Snapchat y cientos de miles más en aplicaciones como Instagram y TikTok.

CarynAI, según su creadora, es una forma de estar más cerca de sus seguidores. Sin embargo, al poco de su lanzamiento tomó un cariz sexual y se convirtió en una especie de Only Fans artificial.

“Uno de los elementos más preocupantes es la mercantilización de las relaciones que utilizan herramientas de inteligencia artificial. A medida que la crisis de la soledad se agrava, las corporaciones seguirán viendo esto como un mercado que se llenará de soluciones temporales como parejas de IA”, dice también a Newsweek Alec Stubbs, becario postdoctoral en filosofía y tecnología en la Universidad de Massachusetts en Boston.

Dominación

A Stubbs también le preocupa que las relaciones virtuales reflejen patrones de control y dominación de relaciones tóxicas.

“La pareja de inteligencia artificial puede ser programada para atender necesidades específicas y no ajenas, se puede programar solo para servir y nunca exigir, pero relacionarse con los demás es reconocer la exigencia infinita de ser una criatura social: importa tanto lo que debemos a los demás como lo que se nos debe. La reciprocidad es la piedra angular de las relaciones humanas”, reflexiona Stubbs.

Solo hace falta echar un vistazo a los reclamos publicitarios de algunas de estas inteligencias artificiales para darse cuenta de que la preocupación de Stubbs no es desproporcionada.

«Contrólalo todo como quieras», reza el eslogan de la aplicación para novias Eva AI. «Conecta con una compañera virtual de IA que te escucha, responde y aprecia».

Y quizá todavía más explícito es el de Romantic AI: “¿Has soñado alguna vez con tener la mejor novia del mundo? Casi seguro. Ahora puede estar al alcance de tu mano. ¡Elige de nuestra biblioteca o crea la tuya propia! Para reírse de tus bromas. Para apoyarte en los momentos críticos. Para dejarte salir con tus colegas sin dramas. ¿Quieres ser un macho? ¡Ella será despampanante!”.

Preocupante, como mínimo.

Un dato curioso se refleja en las diferencias entre los mundos virtuales que crean los hombres respecto a las mujeres, según los datos de Replika: “Algunos usuarios, sobre todo hombres, tienen tríos poliamorosos o un harén de mujeres con IA. Otros usuarios, sobre todo mujeres, mantienen familias nucleares: hijos, hijas, un marido”.

Nunca será suficiente

En 2018, la experta del MIT, Sherry Turkle, escribió un artículo de opinión en The New York Times titulado “Nunca habrá una era de intimidad artificial”.

Visto lo visto, parece que se equivocaba. Rob Brooks señala que la pandemia de coronavirus ha acelerado la transición hacia la intimidad artificial “Si quieres una fecha para el inicio de la era de la intimidad artificial, sugiero el 2020”, asegura.

Sin embargo, quizá Turkle no estaba tan equivocada. Igual que las redes sociales han acabado trayendo una sensación de insatisfacción y cansancio, los amantes virtuales terminarán igual.

“Las redes sociales no son perfectos sustitutos de las relaciones sociales. Las intimidades artificiales del futuro serán sustitutos imperfectos de la compañía, la amistad, la intimidad, el sexo y el amor”, mantiene Rob Brooks.

Y al ser humano puede que la imperfección de una máquina le valga para un rato, pero no para siempre.

“Puede que los robots sean mejor que nada, pero seguirán sin ser suficiente”, asegura Turkle