En un bar de Detroit, en los años 70, dos responsables de una compañía discográfica escuchan y contratan a un cantautor del estilo del afamado Bob Dylan pero con unas letras mucho más comprometidas y una voz más aguda, que recuerda a la de José Feliciano. Parece un éxito seguro. A pesar de ello, ni ese primer disco de Rodríguez, así se llamaba el cantante, ni el segundo y último alcanzarán un nivel de ventas aceptable y el cantautor pasará enseguida al anonimato.

 

 

 

 

 

Director: Malik Bendjelloul

Intérpretes: Sixto Rodríguez, Craig Bartholomew, Stephen ‘Sugar’ Sagerman

Guión: Malik Bendjelloul

Duración: 86′

Género: Documental

Estreno: 22/02/2013

Público: +7

Valoración: ****

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 1

Acción: 0

Amor: 0

Violencia: 0

Sexo: 0

Crítica:

La opera prima de Malik Bendjelloul, que escribe, produce y dirige Searching for Sugar Man, no puede ser más acertada ni tener más calidad e interés. No es fácil conseguir que un documental te atrape si el tema no interesa a priori, pero Bendjelloul ha dado con la clave para que el espectador disfrute ante su película como si de un thriller o de una comedia se tratase.

El guión responde al título del film y presenta la búsqueda de Rodríguez de manera que las habituales entrevistas y testimonios del género documental se van dosificando conforme van apareciendo los diferentes protagonistas. Nada se adelanta y así el espectador acompaña a los investigadores y participa de la alegría o del pesimismo ante sus hallazgos o fracasos.

Nada se adelanta, pero sí se vuelve atrás en varias ocasiones para completar la información que nos dieron los primeros testigos, lo que ayuda a que todos los que intervienen se conviertan en personajes cercanos al espectador, alejándose así aún más del documental académico.

La puesta en imágenes de este guión está realizada también con gran acierto y belleza formal. Para poder integrarnos y comprender bien tanto la vida y la música de Rodríguez, como la de sus fans sudafricanos, era necesario recrear bien los diferentes ambientes. La planificación y la fotografía están cuidadas al máximo, presentado escenas de gran fuerza y belleza. Utiliza incluso algún recurso preciosista, como el de abocetar los escenarios, lo que aporta lirismo al industrializado Detroit (como una metáfora de lo que el propio Rodríguez hacía con sus canciones). Y en esta recreación, otro gran acierto que podríamos destacar es el de acompañar los testimonios con sonidos que evocan los lugares donde transcurren las escenas que describen, dotando así a las entrevistas de una mayor plasticidad.

Huelga decir que toda la banda sonora se apoya en las canciones más representativas de Rodríguez, presentadas en pequeñas dosis (nunca enteras) y acompañadas de imágenes que refuerzan su mensaje o el ambiente en que fueron compuestas.

Pero en definitiva, toda la fuerza de Searching for Sugar Man reside en la humanidad de sus protagonistas, en especial del propio Rodríguez. La misma personalidad del cantante evita que el documental se convierta en una hagiografía. Y el entusiasmo y sinceridad de los buscadores del cantante los hace cercanos y simpáticos.

Es imposible no dejarse atraer por la figura del cantante. Un hombre sincero que buscó la felicidad, no sólo en las drogas, como mandaban los cánones en los 70, sino también en el trabajo diario y en la preocupación por los demás. Como cuenta en la película uno de sus compañeros albañiles, «enfocaba el trabajo de una forma muy diferente a los demás. Hacía ese duro trabajo durante 8 ó 10 horas pero vestía de esmoquin. Se lo tomaba muy en serio…. Tenía esa cualidad mágica, propia de poetas y artistas genuinos para elevar las cosas. Para estar por encima de lo mundano, de lo prosaico… Con toda la mediocridad que hay en todos los lados. […] El escogió todo el tormento, la agonia, la confusión, el dolor….y lo transformó en algo bello. Es como un gusano de seda. Coge la materia prima y la transforma. Y acaba creando algo que no existía antes. Algo bonito. Quizá algo ilimitado, eterno. Desde el momento que hace eso creo que representa el espíritu humano, lo que es posible».

 

 

Fuente: Esther Rodríguez (www.taconline.net)