En una época que se asemeja a la Inglaterra de la Guerra de las Dos Rosas librada por los York y los Lancaster en la segunda mitad del siglo XV, la acción tiene lugar en un continente llamado Poniente, también similar a las Islas Británicas.

Directores: Alan Taylor, Brian Kirk, Daniel Minahan, Tim Van Patten

Creadores: David Benioff, D. B. Weiss

Guión: David Benioff, D. B. Weiss, George R. R. Martin

Intérpretes: Sean Bean, Emilia Clarke, Peter Dinklage, Michelle Fairley, Kit Harington

Fotografía: Alik Sakharov, Matthew Jensen, Marco Pontecorvo

Montaje: Frances Parker

Música: Ramin Djawabi

Emisión: 17 abril-19 junio en el canal de pago HBO

Emisión en España: Canal + mayo-julio 2011

David Benioff y D. B. Weiss son los creadores y productores ejecutivos de Juego de tronos, la serie de 10 capítulos de la HBO que adapta la novela homónima del escritor estadounidense George Raymond Richard Martin. Se trata de la primera de una saga de siete volúmenes titulada Canción de hielo y fuego, de la que se han publicado cuatro entre 1996 y 2005.

La serie se ha emitido en Estados Unidos de abril a junio de 2011, después de una campaña de promoción poderosa. Rodada en Irlanda, Escocia, Malta y Marruecos durante 170 días, su presupuesto rondaría los 60 millones de dólares, y en esta primera temporada ha contado con 162 actores con diálogo. La segunda temporada ya se ha confirmado, adaptará el segundo libro, Choque de reyes (A Clash of Kings).

Trono de Hierro

Los cuatro directores contratados son veteranos realizadores con experiencia en series. Del guión se han encargado los ya citados Benioff y Weiss, y el propio novelista George R. R. Martin, que es hombre con experiencia en la materia porque trabajó para la TV desde 1984.

La comparación con El señor de los Anillos es absurda. Ni la calidad de la prosa, ni la tipología de los personajes y de los conflictos tienen nada que ver con Tolkien

Juego de tronos tiene un lema publicitario que sabe a compendio: “Ganas o mueres”. La HBO la rotula como una nueva serie épica en el cartel promocional, que presenta al actor Sean Bean (Boromir en la película El Señor de los Anillos) sentado en un tosco e imponente Trono de Hierro.

Después de una larga guerra, Robert Baratheon ocupa el Trono de Hierro al que deben vasallaje los Siete Reinos. Un muro separa el mundo civilizado de las tierras salvajes, donde habitaban horribles criaturas, que llevan siglos sin dejarse ver. El muro es defendido por una guarnición de guerreros célibes, los Vigilantes de la Noche.

El Señor de Invernalia, uno de los Siete Reinos, es Eddard Stark, amigo del Rey Robert Baratheon. La serie arranca cuando Stark recibe la visita del rey que le ordena que acepte ser La Mano del Rey y trasladarse con él a la capital del reino. Stark se pondrá en el ojo de un huracán de intrigas promovidas por las distintas familias que quieren hacerse con el poder.

El mundo de Juego de Tronos es un pozo que se ha llenado con perversión, vileza y crueldad, retratada con todo lujo de detalles

Fidelidad a la novela

La serie es fiel a la novela, un relato hábil lleno de truculencias que va cambiando continuamente de escenario para seguir las peripecias de los protagonistas, todos inmersos en una red de traiciones, asesinatos, lujuria, vejaciones, corrupción, violencia irracional y ambición insaciable.

La comparación con El señor de los Anillos, aunque frecuente, es absurda. Sencillamente no viene a cuento, por mucho que Martin se reconozca devoto de Tolkien (se puede ver en una entrevista que le hicieron en el semanario Time ) y se compare con el autor inglés.

Por un lado, la prosa de Martin está a años luz de la de Tolkien. Su estilo es puramente cinematográfico, y la novela es casi un guión. Las descripciones son infrecuentes y cuando las hay no se acercan nunca a la deslumbrante narrativa de Tolkien, que maneja un vocabulario riquísimo y que hace épica con unos materiales de primera calidad. La tipología de personajes y los conflictos tienen un tono muy distinto al universo de Tolkien. Lo de las dos R, iniciales del segundo y tercer nombre de Martin, puede ser un guiño, cualquiera sabe, pero el parecido con Tolkien es sencillamente inexistente.

Martin escribe una historia que podríamos definir como épica sucia, recordando aquellos western que se apellidaron así, desde que aparecieron en los últimos años 60 del siglo XX. El mundo de ficción que inventa Martin y que la serie traslada a la pantalla se parece a la baja Edad Media por las armas, los vestidos y por algunos edificios. Ahí terminan las semejanzas.

Un pozo colmado

El mundo de Juego de Tronos es un pozo que se ha llenado con perversión, vileza y crueldad. La serie lo retrata con todo lujo de detalles, sin el mínimo interés por la sugerencia, la elipsis o los implícitos (en la novela está todo esto, pero hay menos empeño en detenerse en los pasajes más sórdidos).

Hay en la serie una crudeza que en bastantes ocasiones es pornografía y sadismo gore. De llevarse al cine, su calificación en Estados Unidos no sería R sino NC-17.

En este sentido, aun tratándose de una ficción, por tanto de un mundo fantástico, es llamativo el modo de comportarse de casi todos los personajes “nobles” que protagonizan la historia, que tiene lugar en un mundo donde la religiosidad es prácticamente inexistente. Gente depravada, que si no van a burdeles es porque ya son propietarios de alguno.

El incesto, las relaciones homosexuales, las orgías, los asesinatos, los crímenes de los que no se libran los niños, las traiciones y deslealtades son moneda de cambio. En este sentido, tiene gracia que el autor de la novela declare que se identifica con un personaje, Tyrion, un enano lascivo y maniobrero.

Un comentarista escribía con humor negro hace unos días que esperaba el siguiente capítulo de la serie porque había apostado si ganaban las decapitaciones, los incestos o la sodomía. Otro periodista después de la emisión del primer capítulo en España (la serie la emite Canal +, también un canal de pago) se preguntaba si una de las protagonistas llevaría algo de ropa en el segundo porque en el primero podría haber muerto de pulmonía.

Juego de tronos tiene una puesta en escena atractiva, el reparto es bueno y la factura ágil, con un uso generoso de secuencias al aire libre en localizaciones impactantes. La trama está bien construida y tiene giros y finales de capítulos poderosos diseñados para querer ver el siguiente.

Un texto muy irregular

El texto es muy irregular. Hay secuencias bien escritas, pero otras son ridículas porque no se puede pretender que unos nobles digan cosas como estas y un espectador inteligente no suelte una carcajada. Por ejemplo:

El rey viaja a Invernalia para nombrar Mano del Rey (su consejero más importante) a Eddard Stark:

–“Es un honor, majestad.

–“No pretendo honraros, Eddard Stark. Pretendo que dirijáis mi reino mientras yo me dedico a comer, a beber, y a ir con rameras, mientras me precipito a una muerte rápida y prematura.”

Eso, a nivel de diálogos.

Los hechos, la manera de actuar de los personajes son con frecuencia aún más grotescos. Valgan dos botones de muestra:

-un caballero participa en una justa, es derribado por su oponente, homosexual para más señas. El derrotado, un hombre inmenso, se levanta y delante de toda la corte, decapita a su caballo de un par de tajos e intenta matar al caballero que le ha derrotado.

-Una reina y su hermano, jefe de la Guardia de su cuñado, tienen una relación incestuosa. Les sorprende el hijo de 8 años de otro rey en cuyo castillo se alojan; sencillamente lo tiran al vacío por una ventana.

La serie se resiente por las incoherencias de unos personajes que no son creíbles, o lo son solo en el reino de la HBO, un reino cuyas leyes son inamovibles y universales: vayas donde vayas todo es igual, en el Oeste americano (Deadwood), en la Roma de Julio César (Roma), en la mafia de New Jersey (Los Soprano), en la desolada Nueva Orleans post Katrina (Treme), en un Baltimore comido por las drogas (The Wire), etc.

Más allá de una pueril retórica mitómana, creo que una persona normal, con el gusto bien formado y con experiencia de series o de películas de buena calidad, se siente agredido por secuencias frecuentes (dos o tres por capítulo ) que son una provocación ridícula, incluso arbitraria.

La audiencia de Juego de tronos se mueve entre 2 y 2,5 millones. No es mucho para un país tan grande como Estados Unidos. Algunos comentaristas señalan que los entusiasmos con las brutales series de la HBO corresponden más a algunos críticos y comentaristas que a los espectadores. Las series de la HBO no se emiten por otros canales hasta dos años después, cuando ha salido al mercado la edición en DVD.

Termino con una comparación con una serie de la CBS, The Good Wife, una de más prestigiosas de la pasada temporada, producida por Ridley y Tony Scott. The Good Wife es un producto netamente para adultos, pero ha sabido entender que el espectador no necesita que le muestres toda la porquería para entender que existe.

Fuente: ALBERTO FIJO (Aceprensa, 21-6-2011)