Sarah Linden es una inspectora de policía a punto de comenzar una nueva vida en la otra punta del país (EEUU), cuando horas antes de coger el vuelo que la llevará con su hijo, desde Seattle hasta California, desaparece una joven menor de edad llamada Rosie Larsen. El jefe de la policía local no sabe a quién remitir el caso y finalmente se lo encomiendan, en su último día, a una Rosie con la cabeza puesta en no perder su vuelo. En ese momento coincide con quien va ser su instituto, un ex agente de narcóticos llamado Stephen Holder y juntos comienzan a investigar la desaparición de la menor.

Hasta aquí, la trama comienza a desarrollarse pero para evitar desvelar parte de la trama, sólo diremos que la desaparición de la adolescente Rosie tiene cada vez mas tintes misteriosos, desvelando todo un mundo de falsas apariencias, amistades y relaciones sentimentales…y es que nada es lo que parece en “The Killing”

Emisión: La Sexta, Miércoles 22:25 h

Público: 18+

Género: Thriller, Misterio, Drama

Contenidos: Acción 3/6, Violencia 4/6, Sexo 2/6

Valoración: 5/6

Crítica:

The Killing tiene muchas facetas. Si uno se sienta a verla sin más como si viera un capítulo más de los Simpson o de alguna serie ramplona como V (el remake por supuesto), se queda con una trama interesante hasta cierto punto. Una desaparición misteriosa, una familia con sus altibajos, amistades peligrosas, policías cínicos y sobretodo un ambiente oscuro. Bien hasta ese punto todo es correcto porque es perceptible, es lo que la serie vende de manera explícita, sin excavar mucho más.

Como es de suponer solo un pequeño número de espectadores ven así las series, y así el resto obtiene más excavando y descubriendo grandes tesoros. The Killing es así, es un tesoro oculto en un parilla de series llenas de efectos especiales, de futuras invasiones marcianas, de muertos vivientes…y de recreaciones históricas (ficción nacional). Y es así porque se trata de un serie de misterio de los pies a la cabeza. De la estética qué se puede decir que no lo diga ya la propia imagen e iluminación de la serie. Nubes, nubes y mas nubes…no solo hay cumulonimbos en el cielo sino en la comisaria, en las casa, en las vidas de los habitantes del pequeño pueblo cercano a Seattle. Los personajes están perfectamente caracterizados, cada uno cumpliendo con su cometido dentro de la trama.

Una policía intuitiva y dubitativa, con una cabeza en la que se mezcla la desaparición de una joven con las preocupaciones típicas de una madre sobre su hijo pequeño. Un compañero joven pero curtido, con una visión cínica de la vida y con un vara para medir a las personas conforme a su grado de corrupción (como se ve cuando viajan juntos en el coche nada más conocerse y presentarse, el dialogo es bastante esclarecedor). Un novio-el de Sarah- con una ajetreada vida y con un solidaridad disfrazada de egocentrismo. Podríamos seguir describiendo cada uno de los personajes de la historia, pero el dato con que quedarse es la veracidad y realismo de ellos, y de unos rasgos marcados con un hueco bien claro para ellos dentro de la trama principal de la historia.

La interpretación está a la altura de las circunstancias.

En cuanto al argumento y su guión, simplemente sobresaliente.

Hasta aquí queda claro que The Killing es una especie en extinción dentro del actual ecosistema de series. Pero queda algo por comentar, que seguro que los telespectadores más avispados y huesudos, sabrán distinguir. La serie cuenta con un toque fuerte sino de cinismo, de un alto grado de pesimismo vital, se trata casi de una especie de nausea existencial. Esta idea está muy presente en todo la historia. La oscuridad de algunos personajes, las relaciones sentimentales basadas en mentiras, escenas de descontrol, políticos corruptos,…en fin un sinfín de situaciones que no tienes su otra cara e la moneda. Se echa en falta el justo equilibrio. Desde luego cabe preguntarse  si la serie, más bien sus guionistas, buscan mostrar una faceta de la vida humana hiperrealista.

En conclusión, es un SERION en todos los sentidos de la palabra, pero aviso a navegante, hay que saber leer entre líneas y no dejarse llevar por su pesimismo desgarrador.

Firma: Gonzalo Robador Arteta