Por MIGUEL ÁNGEL BARROSO (Abc, septiembre 2003)
El martes pasado, 87.000 niños de entre 4 y 12 años vieron «Crónicas marcianas» en algún momento de la noche, y 20.000 se tragaron el programa de principio a fin. «No entro a valorar la calidad del producto, pero es obvio que no es el más adecuado para este tipo de público, sólo expongo los datos», comenta Ricardo Vaca, presidente de Barlovento Comunicación, firma especializada en investigación de audiencias. «Y tenemos constancia de picos de hasta 150.000 espectadores infantiles viendo el espacio dirigido por Javier Sardá».
Este ejemplo revela uno de los dos principales focos de debate de la relación niños-televisión: la responsabilidad (o irresponsabilidad) de los padres, que por las circunstancias de los tiempos modernos ¿ambos trabajan fuera de casa? o por pura comodidad dejan a sus retoños en manos de la «caja tonta». El otro es, naturalmente, el papel de los directivos y de los programadores de los diferentes canales de televisión, para quienes los pequeños no son un «target» rentable y, por lo tanto, lo tienen desatendido. Estos asuntos y sus muchas aristas se discuten estos días en el foro «Las perversiones del canguro catódico», organizado por la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión (ATV) y en el que participan expertos del sector audiovisual y representantes políticos, institucionales y del ámbito universitario.
Grupo poco relevante
«No es cierto que los niños vean mucha televisión, al menos respecto al resto de la población». Esta frase casi suena a sacrilegio, pero es un hecho constatado. Según un estudio realizado por José Ramón Pérez Ornia y Luis Núñez Ladeveze sobre la oferta y las preferencias temáticas de la audiencia televisiva infantil en España, los niños de 4 a 12 años son el grupo que menos tiempo dedica a esta actividad: 2 horas y 42 minutos de media diaria, frente a las 3 horas y 47 minutos que invierte el resto de los españoles. Ese grupo es el menos relevante, por tramos de edad, de la población española (representa el 9,7 por 100) y del universo televisivo (6,5 por 100 de la audiencia media), porcentajes recogidos en la temporada 2001/02, lo que explicaría, en parte, la reducida oferta de programas que les dedican las cadenas. El problema, por lo tanto, no sería tanto el «tiempo de exposición» aunque hay quien piensa que esas 2 horas y media largas son excesivas, como a qué están expuestos los pequeños. Porque en los horarios donde debería haber mayor consumo infantil, la realidad es otra, como veremos más adelante, no hay programas dirigidos a esa audiencia.
«Lo terrible es que a la hora en que los niños vuelven del colegio y se comen el bocata en compañía del televisor las cadenas están inundadas de programas rosa por definirlos de alguna manera “llenos de famosetes que no son, desde luego, un ejemplo a seguir”, señala Vicente Sánchez, presidente de la Asociación de Telespectadores y Radioyentes. «Los chavales españoles ven mucha oferta de adultos y duermen menos que los europeos. Son como esponjas, se enteran de mucho más de lo que creemos, y se empapan de un ambiente de violencia y consumo. Regalar un televisor a un niño para que lo vea en su cuarto es perderlo para siempre».
La 2 es la cadena nacional que presenta una mayor proporción de espectadores infantiles, según el citado informe, con un 9,3 por 100 en la temporada 2001/02, seguida de Antena 3 (7,7 por 100). Ésta destaca como la cadena generalista con una oferta más abundante para los pequeños: 19,1 por 100, muy por encima del 14,3 de La 2. TVE1, Telecinco y Canal+ no superan el 7 por 100. La ATV, en su último boletín, publica un cuadro con la aportación de los géneros al share de las principales cadenas. Pues bien, el porcentaje de los programas infantiles en 2002/03 es de 1,12 (un 1,35 menos que en la temporada anterior). Los magacines y «talk shows» lideran la clasificación, con 13,13 por 100, superando, y esto es un dato histórico, a los informativos, que se quedan en el 11,66 %.
Canales temáticos
Visto el irrisorio trozo de tarta, más bien las migajas, reservado a los niños, no es de extrañar la progresiva «fuga» de éstos desde las cadenas generalistas a las temáticas; la aceptación, en definitiva, que tienen entre el público infantil las plataformas digitales y la televisión por cable con programación específica e ininterrumpida, lo que provoca una diferenciación social, porque no todos los hogares pueden permitirse acceder a canales de pago. «El trasvase es un hecho incontestable», resalta Simon Anselem, director de Disney Channel. «En los hogares que disponen de esta oferta los niños dedican ya la mitad del tiempo que ven televisión a unos canales donde, además de entretenimiento, aportamos elementos educativos. No fomentamos que el niño esté 24 horas delante del televisor; pero los padres tienen la tranquilidad de que la programación es la adecuada en cualquier momento del día».
A nivel general, cuando los niños ven más televisión y cuando hay más tropa al cuidado del «canguro catódico» no es en los horarios de programación infantil, sino en el «prime time», es decir, en los horarios familiares o de adultos. No es de extrañar por tanto que programas como «Grand Prix» o series como «Ana y los siete» o «Cuéntame» enganchen a este público. Estos ejemplos, dentro de lo que cabe, son bastante «inofensivos». Otra cosa son las tertulias entre el rosa y el amarillo donde se destapan los trapos sucios de alcaldes, folclóricas y aspirantes a un minuto de gloria.
Escasa producción propia
Los dibujos animados son el producto preferido, como demuestra que en la clasificación de los 25 programas más vistos por los espectadores de 4 a 12 años las series de animación ocupen los 18 primeros puestos (aunque el número uno indiscutible es «Los Simpson», cuyo humor ácido se dirige más a los adultos). En España escasean las ideas originales de producción propia diseñadas para el público infantil. El grueso de la oferta está integrado por programas enlatados y de producción extranjera. «Nos colonizan con armas catódicas. Por eso es tan importante la televisión y es preciso ocuparse de ella», reflexiona Ricardo Vaca, de Barlovento Comunicación.
“Es muy rotundo decir que las cadenas han abandonado a los niños… pero sí los han descuidado bastante”, reconoce Alejandro Ballesteros, portavoz del PP en la Comisión de Control de RTVE. «Las televisiones públicas están en el ojo del huracán por este motivo, pero las privadas no deben eludir su responsabilidad, pues al fin y al cabo son concesionarias de un servicio público. En el caso concreto de Televisión Española, creo que se ha reaccionado a tiempo, programando espacios infantiles a media tarde, cuando los niños regresan del colegio». La 2 ha estrenado esta temporada «Los Lunnis» en el horario en el que, hace varias décadas, cuando los programadores eran niños, se veía «La casa del reloj» o «Los Chiripitifláuticos».
Ver televisión es la actividad a la que dedicamos más tiempo después de a trabajar y dormir. «Si en el aspecto físico somos lo que comemos, parafraseando a Grande Covián, en el psíquico somos lo que vemos en televisión», concluye Ricardo Vaca. Una buena pista para los padres que se quejan de que no conocen a sus hijos.