Entre la oferta actual, se echaba en falta una serie como Fantasmas: fresca, divertida, diferente y sin pretensiones.

Crítica Fantasmas


Esta comedia inglesa está ambientada en una antigua mansión que se cae a trozos y, en ella, reúne a una serie de variopintos personajes que son, sin duda, su mejor baza narrativa. Creada y escrita por Matthew BayntonMartha Howe-DouglasJim HowickLaurence Rickard y Ben Willbond, cada uno de ellos interpreta un papel en la serie, en concreto, un fantasma.

Desde un tierno cavernícola hasta un deshonrado político de los años 90, Button House alberga a algunos de los exponentes más clásicos de las diferentes épocas eduardina, georgiana, victoriana, moderna, etc. La convivencia entre estos periodos históricos da relieve la los inventos tecnológicos, propicia la revisión de las normas de etiqueta y la contraposición de formalismos culturales de los diferentes siglos.

El humor es su ingrediente principal (en ocasiones, no muchas, un poco facilón) y las correrías de sus protagonistas se dibujan sin demasiada profundidad y con la simple premisa de distraer a su audiencia. Por tanto, no hay que buscar en Fantasmas nada más allá de un relato en el que las cosas son como se cuentan, sin buscar un cómo o un por qué.

Así, Fantasmas recupera esas historias pasajeras bien hilvanadas que, a veces, sorprenden y, otras veces, resultan evidentes. Sin embargo, esto no se convierte en una desventaja, sino todo lo contrario. En la sencillez de su propuesta, el espectador se queda en Button House para acompañar a Alison, para sentirse ajeno como Mike pero, sobre todo, para formar parte de la familia incorpórea que se encariña con sus nuevos inquilinos humanos. Unos inquilinos que, por otro lado, les devuelven la ilusión y el entretenimiento a su monótona y eterna existencia.

En definitiva, Fantasmas es un encantador lugar donde descansar la imaginación y divertirse mientras tanto.

Firma: Mar Pons