Cazafantasmas: Más allá (2021)

¿A quién vas a llamar?

Angustiada porque no llega a fin de mes, Callie se traslada a Summerville, un pueblo de Oklahoma en medio de la nada, donde se hace cargo de la ruinosa granja de su recién fallecido progenitor, de quien estaba distanciada. Llega al lugar sin su marido –que nunca se responsabilizó de la familia– con sus dos hijos adolescentes, el animoso y dotado para la mecánica Trevor y la inadaptada pero chica prodigio de la ciencia Phoebe. Tras enamoriscarse de la camarera Lucky, el primero empieza a trabajar en la cafetería donde la ha conocido, al tiempo que restaura un oxidado Cadillac encontrado en el granero de su abuelo, con un curioso símbolo. Por su parte, Phoebe presencia varios sucesos paranormales, y trata de determinar para qué sirve un curioso artefacto encontrado en la casa, con ayuda de su nuevo amigo, el chaval apasionado de los sobrenatural Podcast, y el excéntrico profesor de ciencias Gary Grooberson, que se ocupa de la escuela de verano, y que piensa que se trata de una réplica de una trampa para fantasmas.

Sony se estrelló con Cazafantasmas, de 2016, remake con poca alma, protagonizado por mujeres, del film de 1984. Por el contrario, destila cariño hacia el original esta secuela, que tiene al frente a Jason Reitman, hijo del director del original, Ivan Reitman –acreditado como productor–. En su primera superproducción ‘mainstream’, el icono ‘indie’ que ha estado detrás de títulos como Juno y Up in the Air, ha coescrito el guión con Gil Kenan, que ya declaró su amor al cine juvenil de los 80, en su film de animación digital Monster House, y estuvo detrás de la versión de 2016 de Poltergeist. El dúo recupera la magia de las producciones de aquella época, con chicos enfrentados a grandes aventuras, misterios o fenómenos extraños, lo que trae a la memoria E.T., el extraterrestre, de Steven Spielberg, y los filmes producidos por él Los GooniesEl secreto de la pirámideGremlins, etc. También se alude a Stephen King y al muñeco Chucky. No parece casual que se haya escogido como uno de los protagonistas a Finn Wolfhard, que se hizo popular con Stranger Things –otro sentido tributo a aquella época–, y fue uno de los actores principales de It, basada en una novela del especialista en terror.

Se sabe apelar con sabiduría a la nostalgia, mediante la dosificación a lo Star Wars: El despertar de la Fuerza, de elementos ya conocidos por el público –poco a poco van apareciendo el logotipo, el vehículo Ecto-1, el lanzador de rayos de protones, los perros demoníacos o la archiconocida canción, que se hace de rogar–. La partitura de Rob Simonsen reintroduce con delicadeza los temas originales de Elmer Bernstein. Pero al mismo tiempo, resulta accesible a un público nuevo, pues no se necesita estar en antecedentes para disfrutar de su visionado, y tiene entidad propia, ya que cambia el tono de comedia de perdedores, con chistes propios de “Saturday Night Live”, de sus antecesoras, por otro un poco menos disparatado, con alguna broma sexual “teen”, y ciertos momentos que incluso logran algo de tensión dramática.

En cuanto al reparto adulto, Carrie Coon (conocida por The Leftovers) y Paul Rudd (Ant-Man) no pasan de aportar simpatía a sus personajes, la madre, y el profesor Grooberson. Se adueña de la cinta la chavalada, pues sobre todo despunta McKenna Grace, muy crecida desde Un don excepcional, con gafas que le dan un aire a Harry Potter, aunque pretenden recordar al abuelo de su personaje, cuya identidad se mantiene en secreto durante gran parte del metraje, aunque todo el mundo la adivinará en la primera secuencia. Se le dan sobre todo bien las escenas en las que está secundada por el efusivo debutante Logan Kim (Podcast). Por otra parte, Celeste O’Connor (Este cuerpo me sienta de muerte) roba algunos momentos, como Lucky, mientras que el citado Wolfhard lo hace bien, aunque no aporte nada nuevo a sus personajes ya conocidos (cuando agarra la bicicleta parece que va a aparecer el resto de la pandilla de su serie de Netflix). Por supuesto, el casting depara sorpresas, algunas muy previsibles, otras no tanto…