Belfast (2021)

Infancia son recuerdos…

Verano de 1969 en Belfast. Buddy, de nueve años, vive en un barrio obrero donde protestantes y católicos se las han arreglado para vivir pacíficamente. El padre trabaja como carpintero en Inglaterra, y viene a casa cuando puede los fines de semana. De modo que Buddy vive su madre y su hermano mayor, y cerca están también sus abuelos paternos y sus tíos. La inocencia propia de la infancia queda trastocada cuando la violencia estalla en las calles, bandas de alborotadores protestantes atacan las casas y negocios de los católicos. Y el líder matón de una de ellas presiona al padre de Buddy para que le siga el juego. Sea como fuere, Buddy sigue con sus juegos y travesuras infantiles, el descubrimiento de las películas, y su amor platónico por una compañera de clase.

Personalísima película escrita y dirigida por Kenneth Branagh, que se inspira en su propia infancia para contar una historia entrañable, nostálgica y evocadora, acerca de esa Arcadia perdida que todos añoramos, y de la familia que te arropa, cuyo amor es sincero e incondicional, sacrifica comodidades y caprichos por tu bienestar y educación, donde hacer lo correcto siempre es primordial. Se pintan de modo maravilloso los lazos de sangre y la comunicación intergeneracional, abuelos, padres e hijos, donde reina la confianza, y se comparten en confidencia las ilusiones y los deberes, películas, juguetes, planes, y también las penas, las dudas laborales, la enfermedad… Y en que las fiestas, la Navidad o una verbena, se disfrutan con sencilla alegría. Existen dificultades, que no se obvian, pero se agradece la mirada esperanzada, las dudas que deben resolverse, la prudente toma de decisiones. No hay amargura en la descripción de los problemas sociales de convivencia, y se sugiere que los problemas provienen de los violentos obcecados, y no de la gente normal dispuesta a vivir en paz con los demás, independientemente de su credo.